En un mundo saturado de obligaciones y rutinas, ¿en qué momento hemos decidido que no hay lugar para la magia? ¿Qué pasaría si un poco de esa magia ancestral llegara a tu vida? ¿Serías capaz de disfrutarla o ni siquiera la reconocerías?
Tiempo de druidas ha sido una grata sorpresa desde que su portada llamó mi atención mientras navegaba por las redes sociales. Esa puerta, ese bosque profundo, ese no sé qué que tienen las culturas antiguas apenas conocidas… Todo estaba a favor de que el libro de Olivia Vilá entrara en mi lista de pendientes, así que cuando la autora contactó con La buhardilla para hacernos llegar un ejemplar, no podía creérmelo. Por supuesto, me ofrecí voluntaria para leerlo. Por supuesto, no me ha decepcionado.
Lo que la editorial cuenta…
Eògnaidh Mohani es un joven que se ve obligado a abandonar su hogar huyendo de los romanos. Y, aunque los deja atrás, su oscuridad le perseguirá allá donde va.
Llega a Gallaecia, allí le acogen y empieza a formarse como aprendiz de druida, pero, como es entre curioso y disperso, acaba aprendiendo también artes ancestrales algo variopintas de mano de las Guardianas del bosque, que nada tienen que ver con las enseñanzas druídicas.
Los acontecimientos se precipitan cuando usa los conocimientos de las Guardianas para abrir portales en el espacio-tiempo sin estar preparado y, en un intento por ocultar un manuscrito que no debería existir, lo lanza al futuro a través de una brecha.
El libro se rompe, el agujero no se cierra… Un cúmulo de despropósitos que intentará arreglar encomendándose a la suerte interdimensional y que, sin él saberlo, revolucionará la existencia de los habitantes de un tranquilísimo pueblo de montaña.
Lo que te contamos nosotras…
Por dentro, esta es la historia de cuatro chicos que un día encuentran, en la buhardilla de la casa de la abuela de uno de ellos, un libro que no debería estar allí. También es la historia de Eon, el aprendiz de druida autor del libro, que ruega que por favor alguien se lo devuelva a través del espacio-tiempo.
Unos y otro están hábilmente retratados por la pluma de la autora; Olivia logra que en todo momento tengas la sensación de que alguien así podría existir y ser tu vecino. En especial, los protagonistas niños están muy bien caracterizados en su manera de ser y de comportarse, así como en la relación que mantienen entre ellos y con los adultos del entorno. En especial Nico, el más tendente a enfadarse, es adorable con todos sus arrebatos infantiles. Por contraposición a ellos, a los protagonistas adultos, tanto en el lado de los druidas como en el actual, les falta un acabado final: tanto la druidesa como Pepe son excéntricos y demasiado aleatorios en su forma de proceder, no se acaban de perfilar como seres reales en medio de tanta fantasía. Sin embargo, esto no se extiende a los adultos que cumplen el papel de secundarios o meros figurantes, porque en este caso Olivia se supera a sí misma dotando a un pueblo de montaña de una variedad de habitantes típicos a la vez que entrañables, y todo utilizando un par de escenas y un puñado de líneas de diálogo.
El ambiente, por su parte, es inmejorable. Un verano en dos épocas de la historia muy diferentes, pero perfectamente reconocible en los comportamientos y las rutinas de los personajes, desde ir a la piscina, hasta embarcarse en una travesía por el mar Cantábrico, desde hacer pan casero a vender ungüentos en un mercado. El libro rezuma olor a tierra gallega, y las descripciones de los paisajes, de los bosques y del estilo de vida nos transportan directamente allí.
Por fuera, la trama está contada en dos tempos: por un lado, el momento presente, con los chicos y sus pesquisas para devolver el libro a su dueño; por otro, un remoto pasado en el que los druidas eran venerados. Los capítulos se van alternando entre ambas líneas temporales y la voz narrativa varía también entre la 3º persona para la primera historia, y la 1º para la segunda, que se narra enteramente desde el punto de vista de Eon.
Entremedias, la autora intercala muchísima información interesante sobre la época y la civilización que habitaba Galicia antes de los romanos. En especial, es un punto fuerte de la narrativa de Olivia el lenguaje utilizado en los diálogos de los niños de nuestro tiempo, puesto que contienen un sinfín de referencias actuales que nos sacan una sonrisa al remitirse a realidades conocidas por todos.
Y, por supuesto, merece una mención aparte el maquetado de la historia, con unas ilustraciones en forma facsímil de las páginas del libro de Eon en las que te pierdes durante horas, intentando descifrar la intrincada caligrafía del aprendiz de druida o disfrutando de los dibujos de hadas, piedras y libélulas.
Valoración general
Tiempo de druidas es uno de esos libros que están al servicio de la Historia con mayúsculas, sobre todo, de un periodo bastante oscuro, del que sabemos muy poco. A través de sus páginas, Olivia Vilá nos transporta a otro tiempo, y nos enseña divirtiéndonos. No se puede pedir más para llenar un buen rato.
LO MEJOR: La recreación de As Nogais, que hace que te entren unas ganas irrefrenables de visitar Galicia.
LO PEOR: La alternancia de capítulos, porque siempre que acaba uno quieres saber más, y te asalta la duda de si leerlos salteados o no para no perder detalles.
AVISO ¡SPOILERS! EL FINAL DE LA HISTORIA
El problema del libro, en mi opinión, es que su final es muy abierto. ¿Se salvó Aranza? ¿Qué pasó con Eon? ¿Tuvo hijos y nietos, y estos acaban entroncando con los niños, en especial con Ethan y su familia, que parecen vivir en el mismo lugar muchos siglos después? Y, ¿qué consecuencias tiene la ocurrencia final de Nico? Igual nos hace falta una segunda historia para descubrirlo…
Otra gente ha escrito…
Fíjate que, para ser un libro de autoedición, me he alegrado mucho de encontrar reseñas en otros blogs. Adjunto la dirección de Blog Literario, a modo de ejemplo:
