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Ojhmron I. La belleza de lo oscuro (2023): un viaje de iniciación en un mundo sin colores

¿Qué ocurriría en un mundo en el que todo fuese negro, un mundo en el que el color de la tierra y la vegetación hubiese sido perdido en pos de una negrura absoluta?

Esta trilogía, surgida de la pluma de Alberto Fausto, fue una de las que primero llamó mi atención cuando me sumergí de lleno en el mundo de las obras firmadas por autores emergentes. ¿Puede una obra autopublicada cumplir con todos los estándares de calidad que exigimos a las novelas de grandes editoriales? En cuanto Ojhmron: la belleza de lo oscuro cayó en mis manos, la respuesta se convirtió en un rotundo “sí”. Porque a esta novela de fantasía no le falta de nada para ser original, entretenida, y una obra digna de otras del género que ya se consideran clásicos.

Lo que la contraportada cuenta…

Delos es un segundo, relegado a un bajo peldaño de la escala social por el simple hecho de no haber nacido primogénito. Los conocimientos le han sido vedados, al igual que ciertos privilegios reservados únicamente a los primeros. No obstante, todo cambia con la llegada de una carta lacrada en tintum rojo, algo sumamente excepcional en un mundo regido por la falta de color.

Las palabras de la misiva arrojarán a Delos fuera de su propia tierra, en un recorrido iniciático a través de caminos negros, de bosques dormidos y ciudades en ruinas; a través de los saberes olvidados del mundo y la propia naturaleza de los hombres.

Lo que te contamos nosotras

Por dentro, esta es la historia de Delos, un niño que, si algo tiene, es capacidad de adaptación. La historia arranca cuando el universo de este chico se viene abajo y, página a página, nos muestra su proceso de maduración, su descubrimiento de la sociedad que le rodea y el desarrollo de su personalidad. Junto a Delos aparece el tío Argos, protagonista indiscutible de la novela, un sensei al más puro estilo clásico, que será quien, a través de su enseñanza, despierte la curiosidad del muchacho y deje una huella indeleble en su carácter.

El tío Argos se propone preparar a su sobrino “para el mundo”, instruyéndole, entre otras cosas, en los mitos de Ojhmron.

Ambos, Delos y tío Argos (junto a la entrañable Laki) construyen una narración que se caracteriza, sobre todo, por su introspección, por su ritmo sosegado y plagado de reflexiones, por sus monólogos interiores. No hay más personajes: ellos dos se bastan a sí mismos, como actores únicos en un drama minimalista pero cargado de emociones.

Resulta chocante el hecho de una novela con solo dos personajes, cuando el panorama literario fantástico actual nos tiene acostumbrados a las historias de protagonista coral.

El otro punto fuerte, impactante diría yo, de esta peculiar novela, es el escenario. Todo es negro en el mundo de Ojhmron, todo es oscuro y ominoso. El camino, el bosque, la cueva, te rodean mientras lees, haciendo que te inquietes como si alguien estuviera soplando en tu nuca. Alberto convierte el paisaje en un personaje más, mudo pero con un peso creciente, con muchos secretos que, al igual que Delos, queremos descubrir.

Un ejemplo de este paisaje vivo lo constituye el túnel que hay en la cueva donde tío Argos y Delos situarán su vivienda.

Y, acorde con este ambiente oscuro y con el ritmo narrativo, el tiempo de esta historia es lento, se desliza más que pasar, fluye sosegadamente de una anécdota a otra, de un recuerdo a otro, sin alteraciones, hasta llegar al momento crucial en el que todo vuelve a cambiar.

Por fuera, Ojhmron es una novela de estructura perfecta. Pocas veces he encontrado un libro donde fondo y forma se fusionen de manera tan completa. La narración en primera persona nos circunscribe al punto de vista de Delos, haciendo que su mentor adquiera una relevancia que lo llena todo. Uno de los recursos que más me han llamado la atención, de hecho, es esta forma de narrar, con alusiones continuas a los lectores, como si Delos nos hablara directamente, rememorando su historia para nosotros. Este es, sin duda, el rasgo que más contribuye a crear esta atmósfera de relato oral contado junto a la chimenea, ese sabor a clásico que envuelve toda la obra. Por lo demás, el libro tiene una estructura lineal, con 30 capítulos (creo, porque no están numerados) de extensión predominantemente corta, lo que añade un punto a la comodidad en la lectura.

Valoración general

Ojhmron: la belleza de lo oscuro es una novela que tiene lo justo de fantasía para considerarse miembro del género. Sus tintes clásicos en la narración, su carácter introspectivo y su escaso número de personajes le imprimen una originalidad que puede que no agrade a todos los lectores, pero que sin duda enamorará a los amantes de la literatura de corte sereno, elegante y atemporal.

LO MEJOR: El estilo del autor, sobre todo esas llamadas directas al lector, que establecen una complicidad única en la que no se sabe si hablamos con el autor o con el personaje.

LO PEOR: La lentitud de algunos pasajes se puede hacer muy pesada, sobre todo si se combina con largos monólogos interiores o diálogos muy escasos.

AVISO: ¡SPOILERS! EL FINAL DE LA HISTORIA

Desde que tío Argos hace su aparición, tenía claro que iba a morir, pero esperaba que su muerte sucediera en los capítulos finales. El hecho de que desaparezca cuando aún quedan bastantes páginas por leer provoca una alteración brusca del ritmo narrativo que a mí, personalmente, me resulta algo cansina: después de tanto sosiego, de una aceleración creciente pero constante, y de un clímax rotundo, esos pasajes finales, de nuevo lentos y sin el contrapunto del maestro, me resultaron algo tediosos. Y, por supuesto, ahí queda mi queja formal: ¿por qué los autores sentirán la necesidad de matar a sus mejores creaciones?

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