Era un viernes por la tarde cuando Adel Adron contactó con el equipo de La buhardilla para proponernos la lectura del libro que acababa de publicar. Debo decir que, hasta ese momento, solo había oído hablar de El único día diferente en Instagram y, aunque me había detenido para ver a qué genero pertenecía, no había investigado más allá. Pero desde el momento en que fui asignada para leer y reseñar esta novela, me atrapó de tal manera que no he podido dejar de pensar en ella, incluso después de acabarla y encontrar tiempo para reseñarla como se merece.
Lo que la contraportada cuenta…
A 666 metros, sobre el centro de Madrid, termina una historia de gente única y normal, exactamente igual a la que nos cruzamos cada día.
Desde tiempos inmemoriales hasta ahora desconocidos, llega una historia que se entrelaza con un tiempo actual y un emplazamiento dedicado al ángel caído, y otra en la que quizá caminada entre nosotros…
El tiempo y el espacio son una constante en nuestro universo, una constante fuerza desconocida. Las almas se encuentran, se unen o se separan, siempre por motivos que hasta ahora desconocemos, siendo otra fuerza desconocida igual de constante. Los hilos del destino van tomando forma y colores insospechados. Tiempo después, al ser vistos de nuevo tras miles de años, anudados, entretejidos, enredados “casualmente” son los mismos hilos, las mismas vidas, las nuestras…
Lo que te contamos nosotras…
Por dentro, esta es la historia de Adarish, un joven guerrero marcado desde niño por una situación injusta, que un día ve como su pasado retorna para obligarlo a encararlo de nuevo.
También es la historia de un pueblo, los Shin, que viven el día a día en una tierra marcada por la tiranía del señor feudal Khasmer. Entre los Shin hay algunos aldeanos que guardan secretos oscuros, y otros a los que su pasado también acabará por engullir. Hay quien es mezquino y quien es, a su manera, un héroe. Hay quien forja historias de amor y quien va sembrando odio por donde pasa.
Por fuera, la novela está dividida en ocho capítulos largos pero muy fragmentados. La voz narrativa, aunque se mantiene siempre en la 3º persona, va cambiando el punto de vista de uno a otro personaje, sin preferencia ninguna por si este tiene un protagonismo mayor o menor en el desarrollo de la historia, puesto que esta se construye de forma coral. El tiempo narrativo obedece también a estos cambios, va y viene dibujando saltos que desorientan cuando se está inmerso en la lectura. Tras un primer capítulo ambientado en el tiempo presente, el autor nos traslada bruscamente a un tiempo pasado, de reminiscencias medievales, donde transcurre el grueso de la trama, pero no son pocas las veces que retrocederemos más para entender las acciones de algunos personajes, incluso su identidad y los lazos que les unen a otros. El estilo de Adron es, igualmente, nervioso y sincopado, con oraciones directas y muy pocas descripciones. En resumen, fondo y forma deben tomarse en su conjunto, como un todo indisoluble que se funde sin dejar grietas, a modo de un puzzle cuyas piezas al principio parecen no tener sentido, pero luego encajan formando un dibujo.
Mención aparte merece la ambientación en la que se sumerge toda la trama de la novela, definida por su oscuridad y su violencia. Khasmer es un líder depravado y cruel, y esto manifiesta en los ambientes a los que nos lleva la pluma del autor, desde mazmorras siniestras hasta escenarios de masacres que impactan al lector por su realismo y su intensidad. Los Shin parecen en cierta medida acostumbrados a esta barbarie, pero quien se acerque a la novela de Adron debe saber que es un mundo muy oscuro, no apto para personas sensible o impresionables.
Valoración general
Si El único día diferente fuera una obra pictórica, sería seguramente un cuadro cubista: imposible de ser analizado tomando sus partes por separado, pues solo unidas cobran sentido. Mientras se está inmerso en la lectura, tan solo se reciben datos, muchísimos datos fragmentados que, de golpe, al acabar un capítulo, al enfrentar un giro, se unen para formar una trama compleja y profunda, que pone a cada cual en su lugar y permite entender lo que el autor nos quiere transmitir: toda la realidad forma parte de un ciclo que se repite sin fin, hasta que alguien, en un único día diferente, rompa el patrón.
LO MEJOR: El personaje de Gehena y el pasaje en el que aparece, uno de los poquitos que tienen luz en una historia donde predomina el negro y el rojo sangre.
LO PEOR: Llega un momento en el que tantos pasajes violentos hacen que el lector cree una especie de coraza que lo insensibiliza un poco frente a lo que está pasando entre las páginas. Esto, a mi parecer, aleja la historia de su público de manera innecesaria.
AVISO: ¡SPOILERS! EL FINAL DE LA HISTORIA
El único día diferente acaba de manera coherente con el planteamiento que el autor quiere dar a su saga, es decir, como una tragedia griega donde absolutamente ningún personaje se salva de la desgracia. Ríos y ríos de sangre, finales truncados y felicidad que se vuela y deja un regusto amargo, a la espera de que, en sucesivos volúmenes, Adel Adron nos regale un poco de luz y esperanza. Esperemos que sea así.